Hoy vuelvo a ver Alma Salvaje por segunda vez, y no puedo evitar sentir cómo esta película se entrelaza con mi propio viaje este año. Cheryl, la protagonista, toma la decisión de "caminar hasta volver a ser la mujer que era", y me resuena profundamente. Porque, aunque no he caminado el Sendero de la Cresta del Pacífico como ella, siento que este año ha sido mi propio sendero de autodescubrimiento, marcado por quiebres, incertidumbre y aprendizajes inesperados.
He gritado, sí, con rabia y desesperación, "¡vete a la mierda!", porque mis planes perfectos se desmoronaron una y otra vez. Pero en medio del ruido, aprendí a escuchar el silencio. En la soledad, encontré la fuerza para mirarme de frente. Descubrí que la vida no se da como la imagino, sino como necesita ser: más cruda, más honesta, más natural.
Alma Salvaje me recordó que enfrentar nuestros miedos, incluso los que parecen inabordables como la muerte o el dolor más profundo, puede ser el mayor acto de amor hacia nosotros mismos. Yo misma lo viví el año pasado, cuando sentí que podía perder a mi madre. Aterrador. Pero hoy, después de verla recuperarse, sé que para vivir de verdad, primero hay que dejar morir el miedo.
Este ha sido el año del colibrí para mí. Un colibrí que, aunque pequeño, vibra con colores infinitos, danza con resiliencia y celebra cada instante como un milagro. He aprendido a decir "No" con firmeza, a poner límites desde el amor propio y a reconectarme con mi valor, ese que hace años parecía escondido.
Hoy sé quién soy, qué merezco y que tengo todo lo necesario para avanzar. Así como Cheryl, sigo caminando hacia mí misma, paso a paso, celebrando lo que soy y lo que la vida, con sus giros inesperados, me enseña. 💛
¿Qué les ha enseñado este año? ¿Qué cosas han dejado atrás para encontrar su propia belleza?
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