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Carta al aire: A mi puñado de seguidores. ¿quién soy?

 

Sobre Mí

Siempre que me hacen esa pregunta, suelo responder algo coherente con el contexto. Sin embargo, me parece una pregunta tan repetida, una pregunta que he tenido que contestar tantas veces, que esta vez he decidido dirigir mi carta al aire al puñado de seguidores que tengo.

Empezaré por decir que no sueño con tener muchos seguidores; no quiero más de los que mi capacidad humana me permita intencionar. Durante mucho tiempo me cohibí de hacer videos o tomar fotografías como fotógrafa por atrevimiento, porque hoy día las redes nos castigan por métricas irrisorias y nos empujan a capturar muchos likes, muchos followers. Si no lo logramos, se nos convence de que no somos, no estamos, no hacemos parte; en conclusión, de que nuestra vida es irrelevante.

A mí me gusta hacer videos, tomar fotografías, así como me gusta hacer cosas con mis manos. Disfruto viendo canales expeditos de YouTube sobre los temas que me interesan y, además quiero hacer de mi experiencia mi propio registro. Quizá no sea relevante para un alto porcentaje de la humanidad. Confieso que no quiero recibir millones de likes ni que mi cuenta sea verificada tras un pago. No sueño con ser famosa; disfruto del anonimato que me permite ir a tomarme un café disfrutando de mi soledad, aunque a mi alrededor sean muchas las voces y las miradas. Me aterra que mi andar sea pausado por un desconocido que pretenda tomarse una selfie conmigo en un efusivo abrazo. No, ese tipo de manifestaciones de cariño quiero brindarlas a ese número reducido de personas que han hecho contacto conmigo. Quizás un apretón de manos, tal vez alguna conversación telefónica, muy probablemente la familia, los amigos. También están aquellas personas que han compartido segundos de sus historias conmigo como parte de su escena y hoy ya no están; han puesto el foco en otros seres porque así se nos da la vida: hojas nuevas llegan, muchas otras se caen.

Estuve revisando las veces que he contestado a la pregunta ¿Quién soy? Dije algo sobre mí. De todas mis respuestas, creo que la que más me ha resultado odiosa, por ser fruto de una imposición al perfeccionismo, el postureo y la competencia, es la que usé por años como profesional "especialista" en talento humano. La he simplificado para decir algo concreto e incluir la alegría que me produce ser ahora poseedora de nuevos tesoros como activista social:

Soy psicóloga con experiencia en el campo organizacional; me apasionan temas como la paz, la equidad de género, el bienestar social y el desarrollo humano.

Si dijera esto a un posible reclutador para ocupar la vacante de gerente, seguro parecería tan simple que descartarían mi hoja de vida. No digo que soy experta, no digo que tengo amplios conocimientos ni hago promesas sustentadas en mi necesidad de emplearme. Por las pocas entrevistas de trabajo en las que he participado como aspirante, y las muchas que gestioné como profesional de selección de talento humano, he llegado a la conclusión de que el marco laboral es tan rígido que no permite decir toda la verdad a quienes aspiramos a un puesto. Te obliga a imponerte como mejor que otros porque de eso depende tu nuevo empleo.

No soy mejor que nadie, no quiero serlo. Me place decir que soy diferente, y aunque puedo afirmar que tengo experiencia en el campo organizacional y en acción comunitaria, también me alegra decir que aún puedo aprender más. Son muchas las experiencias que anhelo construir junto con otros a lo largo de mi historia. Paso entonces a decir, como lo señala mi perfil en TikTok, que soy una autodidacta de la vida. Me encanta aprender sobre los más diversos temas y me reconozco como Amateur, con la humildad necesaria para adentrarme en los temas que son de mi interés aprender y seguir aprendiendo. Quiero y aún puedo desarrollar más mi cerebro, y si esto contribuye a que afloren en mi semblante muchas sonrisas, ¡bienvenido sea!

En un laboratorio de escucha del que aún sigo aprendiendo, dije ante esa pregunta que soy mujer, madre y psicóloga, especialista en gestionar talentos. ¡Ah, eso me encanta! No muchas mujeres en el mundo pueden decir que son madres por voluntad propia. Algunas lo fueron porque no tuvieron opción, porque el embarazo las sorprendió un día cualquiera; otras, porque, aun queriéndolo, no lograron la fortuna biológica ni la suficiente salud física y mental para conseguirlo.

Yo lo soy, gracias al mayor milagro del que he podido ser protagonista. Me sigo preguntando cómo lo logré cuando, según diagnóstico médico, esa esperanza era imposible. Y, siendo el parto la experiencia más dolorosa, lo hice por parto natural. Así enclenque y flacucha, lo logré. Solo mi hija podrá calificar si he sido o no una buena madre. Confío en que sí, y me anticipo a pedirle perdón por todos los quiebres que mi humanidad imperfecta haya podido ocasionarle.

Por otro lado, creo que todos tenemos talentos. La ignorancia es una falacia que nos somete al conformismo, y estaré siempre presta a mapearlos y gestionarlos en todas las personas, de todos los grupos etarios.

También he leído y repasado lo que respondí al presentar la Fundación que lidero y mi perfil como profesional de la salud mental. De momento, estoy conforme con lo que allí se expone porque refleja lo que soy y lo que pretendo al abrirme ante el ecosistema social queé que es complejo y merece todo mi respeto.

Como lo dije al comienzo, lo repetiré para cerrar: esta carta al aire está dirigida especialmente a mi puñado de seguidores. Cuento con la fortuna de que hoy sean pocos, y así mejor, porque el tiempo me da para contestar sus preguntas, conectar con sus miradas y prestar atención a sus palabras.

A mi madre, que siempre ha sido la mujer cuidadora que sostiene mis espacios de escritura y generación de ideas, estaré eternamente agradecida. No podría sin su café, sus infusiones y su pregunta constante: ¿Se le ofrece algo? ¿Le ayudo con algo? Sería imposible hacer lo que hago hoy, haber logrado lo que he logrado y proyectar mis planes de futuro sin su respaldo silencioso y permanente.

A los cincuenta y tres votantes que hicieron posible que fuese parte activa del Consejo Local de Arte, Cultura y Patrimonio de Usme, gracias por atender mi visita, por permitirme explicarles de qué trataba la votación y por obsequiarme su tiempo para votar por mí de manera digital, aun sabiendo que, de lograrlo, no recibiría compensación económica parecida a un salario. A las mujeres que votaron por mí en aquella asamblea liderada por la Secretaría de la Mujer para que representase a las organizaciones de mujeres de Bogotá en el CPTD, gracias por su voto de confianza.

A las mujeres que, sin saber de mí, hoy en día tienen oportunidad de escuchar, ver o leer lo que soy y lo que hago, gracias por brindarme la oportunidad de escucharlas. Siempre abierta al diálogo.

A quienes me siguen en mi cuenta de YouTube, en el perfil de Fundación Kharmino y en Vuelo de Kolibrí, gracias por conectar conmigo desde la distancia. Me encantará saber sobre sus expectativas.

Son muchas las etiquetas que me acompañan. Algunas veces escucho que se refieren a mí como "honorable consejera", otras me han calificado como "doctora". Aprecio los roles que ocupo, aunque valoro aún más el nombre que me ha sabido asignar mi madre: Ángela.

Y en mi corazón literario resuena el alter ego bohemio, humanista y literario que yo misma me he creado.

Ángela, a secas.

En la red, Kharminó.

 

 

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