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Libros. El sabor de las penas

Hola. 

Esta vez, el libro objeto de mi reflexión no lo pillé en ninguna estantería de libros en venta, tampoco fue que cumpliera mi promesa de no hacerme auto regalos bibliográficos por este año, la verdad es que tuve que, óigase bien “tuve que” recurrir a la biblioteca, no he visto por mi zona librería alguna que lo ofrezca.
Aclaro que no es que No me guste visitar la biblioteca, me maravilla, pero me acongoja mucho saber que luego de terminada mi lectura tendré que devolver un libro que me ha hecho tan feliz. Este es el caso de El sabor de las Penas, que paradoja, percibí todas las penas de las Brönte pero aun así terminé con un amor de lo más apetitoso por el libro. En fin… ¡cero nostalgias!, lo devolveré como estaba previsto y ya. Siempre que pueda iré a visitarle, de seguro, espero: Encontrará mil lectores dispuestos a sacarlo de paseo… ¿o será mucho pedir?


Ha lugar.  Me pongo inquieta al repasar la historia que mal aprendí por el colegio, el contexto de otros seres de mi género, años, siglos atrás; el desmesurado recato de hombres y mujeres que confieso, me parece, raya en las estupidez, pero igual busco más, así que me vuelco a estos clásicos de la literatura que plasman a detalle costumbres y formas de pensar de otras épocas.
De Jane Austen se escucha todo tipo de halagos, aplausos, abucheos quizá, de todo, aún vende con desmesura, es una lectura obligatoria en escuelas y universidades. Yo apenas este año me deje tentar de su popularidad, de su fama, ya leí Orgullo y Prejuicio y tengo dos libros de la autora pendientes por leer. Rescataré por mi pueril experiencia que al parecer cada uno de sus relatos plantea una crítica a las posturas de la época en que vivió, cosa que no puedo más que aplaudirle porque lo hizo con tal delicadeza que no hubo represalia social alguna que ennegreciera sus días. Me planteé terminada mi lectura de Jane, leer otros autores, así encontré a Las Brönte y a Dickens. Si, si, si, no se alarmen, ni me vengan con sermones, no los había leído, de lo mucho que amo este tema de la lectura, me he leído muy poco y, éste universo es insondable.
En el canal de Elena G. ví uno de sus abstracs literarios (aprovecho para decir que tenemos gustos comunes, sí que todo sus contenidos logran capturar mi atención), allí hablaba de él “El Sabor de las Penas”, nos advierte que no es un libro para el común, quiénes lo lean deberá tener por las autoras un interés muy comprometido. Tiene razón, a mí me encanto, hubiese querido contar con la versión en español de The Bröntes de Juliet Barker, libro que utilizo Elena para despejarse dudas, pero con todo y mis carencias del idioma, logré entenderlo y, ¡sí que me cautivo!.
Luego leeré algo de historia para conocer un poco más las costumbres, pero de momento me quedo con lo que conocí gracias al libro. Creo que es una excelente y amabilísima introducción en tema de biografías, está escrito en tercera persona, nos cuenta la historia un lector sin nombre, que de vez en vez se toma el permiso de dar consejos a Charlotte, su indiscutible protagonista. Inicia la historia con los últimos suspiros de Maria Branwell madre de los hermanos y termina con la escena de amor más tranquilo y sin pompo que puedas imaginar.
La historia tiene como telón de fondo: un anhelo compartido por las hermanas de vivir cerca del mar, se percibe ambiente de lectura y escritura en la familia que provee de un encanto cultural rico en diálogos y reflexiones.
No presentaré excusas, no voy a justificar mis spolier, porque el libro y su lectura me han dejado con este deseo irrefrenable de mostrar mis anotaciones; en mis lecturas suelo marcar frases, escenas o descripciones que me causas algún impacto, con “El sabor de las penas”, me lo pensé hasta el segundo capítulo, no lo rayaría sería un agravio para cualquier libro aun siendo mío, pero sí, le coloque varias banderitas de estas multicolor que se consiguen en las tiendas, y se las voy a dejar, voy a devolverlo a su encierro, con la huella de mi visita, las banderitas se caerán con el tiempo y dado que personalmente me interesa conservar los pasajes en mi memoria, por si de alguna forma logro hacerme con un ejemplar que sea mío. Aquí colocaré mis apartes, con la anotación que me vino a la cabeza al leerlos.


ATENCIÓN, si NO QUIERES debelar el misterio del libro, ¡PARA DE LEER!, vuelve a visitarme otro día. SI QUIERES, si consideras que tu interés por la familia Brönte es tan fuerte que no se lastimará por mis spoilers. EMPECEMOS.


He mencionado en un comentario al vídeo a Elena que me pareció elegante la forma de escribir de Jude Morgán, ahora creo que los aportes del narrador en la historia ¿pueden en cierta medida calificarse como eufemismos?; juzguen ustedes:
(...) "en cambio los disgustos de Charlotte no eran más que el reverso dulcificado de un rencor quisquilloso, como los dos lados de una prenda reversible".
…"quizá el origen de todo sea su terrible convicción de que el mundo es un desastre, de que caminamos a lo loco sobre hielo quebradizo, parloteando sin prestar atención a los fuertes crujidos"


Calificando la personalidad del reverendo que dirige el colegio al que llegan por mala suerte Maria y Elizabeth Carus Wilson, el narrador señala:

… "así funciona su cerebro, o más bien se mueve; la palabra funcionar no refleja bien su forma de pensar; es demasiado neutra, demasiado expuesta al error y a la fatiga".
"Charlotte… había aprendido que la tristeza te puede volver odiosos, aunque no sabía de qué le valía eso"
…. "No tenemos la llave que nos desvele su carácter – hay demasiados candados, cerrojos, rejas y vanos condenados -, pero al asomarnos por una rendija, quizá veamos esto: un viudo que se consuela convirtiéndose en un solterón sin hijos"


Una de las apreciaciones que destaca el narrador atribuyéndoselas al Cirujano de Haworth, el señor Andrew, me dejó con un I don't like a favor de algunas situaciones con las que quisiera toparme todos los días con menos frecuencia:


… "Por todo el west Riding hay encaramadas pequeñas y agostas poblaciones, poblaciones cómo éstas donde el tiempo es dinero y el dinero es lana. Quizá llegué a convenir en que Haworth es en muchos aspectos un suburbio. Pero sin la miseria de la decadencia, más bien con el implacable desorden en bruto de un lugar que va en ascenso".


No puedo dejar de preguntarme: ¿será que por mi zona, con todos los conflictos que tenemos aún, con este empeño un poco rumiante de aferrarnos a las propias ideas sin contemplar otras, es una señal de que vamos en ascenso?.


Continuando con el libro, ví intervenciones del narrador que dejan entrever que, el contenido religioso con todo y sus señalamientos de pecado y buenas maneras sociales fue un factor predominante en la vida de esta familia:


..."es mejor ser bueno que ser listo (...) es mejor ser listo que ser bueno… Charlotte escuchaba con disimulada emoción"…
… "Otra lección, tal vez no seas inteligente. O, si lo eres, disimúlalo, dicho de otro modo: miente" .


Una frase que me parece puedo aplicar a mi vida no solo ahora, sino cada vez que los tropiezos me lleven a ello es la que Patrick regala a su cuñada al traer de regreso a casa a sus hijas, luego de la muerte de Maria y Elizabeth:


"Esta iniciativa no ha tenido éxito… No me arriesgaré más. Encontraremos otro modo de proceder. Entretanto solo me preocupa… conservar lo que tengo"


Siempre que pueda me tomaré de las experiencias que la vida me regale el aprendizaje que me dejen.


Ahora vamos con los detalles.


Creo que el ambiente familiar de los Brönte siempre tuvo el regusto de aquella piedra dulce en nuestras bocas, el narrador se anticipa al mostrarnos la imagen que Patrick ve de su padre:


…”a su padre lo ve siempre nítidamente (...) siempre atareado. Antes de ponerse a segar el campo de heno, escogía una piedrecita para chupar. Esa piedra evita que se te seque la boca. Así es el sabor de las penas: la dura piedrecita que debes llevar en la boca"


Es evidente y para nada reprochable el machismo acérrimo y argumental que muestra Patrick, es más, su dolor ante la pérdida de Branwell resalta que aun sabiéndose beneficiado del éxito de sus hijas, la bendición profética recayó desde siempre en su hijo varón.


... "El oficio de las letras, que comporta un grado de exposición al público, es una elección equívoca para una mujer a no ser que esté debidamente protegida por una independencia respetable, por el matrimonio, que también son requisitos para asegurarla contra la notoria inestabilidad de las ganancias de los escritores.(...) Además, está el peligro que entraña para la personalidad, e incluso para el alma de la mujer, me atrevería a decir , optar por asignar una parte tan grande de su tiempo a soñar fantasías, a entretejer ilusiones. Esto representa una tentación incluso para el varón que empuña la pluma; para una mujer, más vulnerable por naturaleza a las asechanzas del malsano fantaseo, el peligro es tremendo"


Pero sin lugar a dudas, estas cinco mujeres no pudieron más, que estar agradecidas con su padre que en medio de la locuacidad de su formación, precisa en la formación de ellas una forma de vivir dignamente. En una conversación con su cuñada Elizabeth Branwell, Patrick le señala:


"-- Habla usted señora como si el objetivo de la vida fuera ser feliz … debemos ser realistas con respecto a lo que nos espera en la vida, en efecto. Será difícil encontrar maridos para cinco muchachas sin dote ni buenas relaciones. Me temo que habrá que proveerles de medios para que se ganen el pan de una forma elegante. [mp12] … si es posible, una educación sólida y económica, sin afectaciones, las prepararía mejor para un mundo donde el deber ha de estar por encima de todo--"…


Vemos una personalidad demasiado interesante y tristemente auto limitada a lo más selecto de los misterios: Emily Brönte, su forma de pensar me trae a la cabeza lo reflexivo del oficio de un filósofo, lo que más pidió toda su vida, fue le permitieran gozar de plena libertad, en su silencio, en su desdén a lo público. Nos da una lección indiscutible, pues busca su bienestar, sin vanagloriarse por ello.


Ahora sé porque la protagonista de este libro es Charlotte y no Emily o Anne, María y Elizabeth no podría serlo dada su lamentablemente corta existencia. He descubierto que Charlotte fue la sobreviviente a sus hermanos, fue lo que quedo de este masticar rotundo hacia el cumplimiento del deber.


Se enamoró, y no fue correspondida, no es de señalar su abandono a esos indicios de ternura hacia Monsieur Héger, creo, personalmente que lo que hace que las mujeres caigamos en el enamoramiento, que pasemos de ese gusto físico a algo más peligroso -como resulta aún hoy enamorarse-, es ésa admiración que se nos despierte, esa certeza de que nuestro interlocutor es inteligente, interesante, ¿bello?, no bello no, que la belleza más extravagante al sonido de las palabras mal elaboradas y una ausencia de liderazgo se azota y, del puro golpe tumba el interés al suelo. Diría pues que más que nada Constantine logró mostrarle a Charlotte que de él tenía mucho que aprender... poco que esperar, pero sí mucho que aprender. En una conversación que presuntamente sostuvieron en sus días por el Pensionnat Heger; quién nos cuenta la historia, nos hace abrigar alguna esperanza de que Charlotte fuese correspondida:


... "No, no,no estoy fascinado. Mi ser se levanta en armas contra todo lo que dice. Pero cuando usted lo dice, no puedo sino prestarle atención. Debo tirar las armas, desabrocharme el peto y avanzar a pecho descubierto hacia sus palabras" ...


Al final este admirado caballero francés admite los sutiles desvíos que logra en su relación con Charlotte su amadísima esposa y, es así que evalúa como más prudente Nunca atender las cartas que Charlotte le dedicó.


Branwell es harina de otro costal, aun no logro concebir razón alguna que lo haya hecho tan vulnerable e inconforme y además tener el descaro de pavonarse como el mejor. ¡Qué vida tan mal vivida!, ¡qué tiempo tan mal gastado!. Presa de mi ignorancia, en uno de los apartes del libro me pregunté: -- ¿serán impresiones mías o este Branwell es un haragán?—en efecto, logré comprobarlo paginas después: el hermano de las Brönte fue un hombre de la época con un abanico de opciones que la sociedad le puso en frente, absolutamente incapaz de sacarle provecho a la vida.
Me pareció una elegante bofetada cuando, el pasaje en el que Charlotte habla a Branwell acerca de su personaje ficticio, atribuyéndolo a él mismo y sus desaciertos:


..."sácalo de su provincia donde está acostumbrado a ser la admiración general colócalo en las grandes avenidas llenas de hombres distinguidos y se convierte en una persona insignificante. Esta sensación lo deja aturdido. Vaga de un lado a otro. bebe para borrar...si, para borrar el resplandor de tan terrible magnificencia (...) y cuando entra en el templo de las musas, cuando contempla los inmensos logros de la grandeza y el genio expuesto ante él, una obra maestra tras otra, todos aquellos cuadros soberbios en inalcanzables ... entonces se siente como un niño que ha estado blandiendo su espada de cartón y de pronto ve desfilar ante él a un ejército deslumbrante y atronador, con sus terribles espadas y sus potentes rifles"...


Anne es otro misterio del que espero por lo menos atrapar sus poemas, no su vida personal, que poco de esos detalles saldrán a la luz, por lo menos me consolaré con sus poemas.


... "Anne siempre ha sabido que la risa no es más que una reacción, no una respuesta. Sabía y sabe que la risa entraña sus riesgos" .


Y aquí termino. Para ser apenas un repaso muy breve por lo que fue la vida de estas escritoras, su futuro para con mis lecturas es prometedor por, y para mi gran alivio ya tengo dos libros, los más famosos, tendré que hacerme a los poemas de Anne y quedaré enteramente preparada para conocer del estilo en sus escribanías.


Sobra decir Lo Bueno... todo fue para mí bueno, no me pesó pasearme en autobús con la robustez de sus páginas.


Lo Malo: Sin palabras, no hay qué.


Y mi calificación: muy argumentado en mis gustos literarios y en mi comprometido interés por la familia Brönte.

Ahora les dejo, con la promesa de traer pronto, muy pronto otra de mis reseñas. Confío no haber arruinado su ánimo lector.






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