Hola. Esta vez, el libro objeto de mi reflexión no lo pillé en ninguna estantería de libros en venta, tampoco fue que cumpliera mi promesa de no hacerme auto regalos bibliográficos por este año, la verdad es que tuve que, óigase bien “tuve que” recurrir a la biblioteca, no he visto por mi zona librería alguna que lo ofrezca. Aclaro que no es que No me guste visitar la biblioteca, me maravilla, pero me acongoja mucho saber que luego de terminada mi lectura tendré que devolver un libro que me ha hecho tan feliz. Este es el caso de El sabor de las Penas, que paradoja, percibí todas las penas de las Brönte pero aun así terminé con un amor de lo más apetitoso por el libro. En fin… ¡cero nostalgias!, lo devolveré como estaba previsto y ya. Siempre que pueda iré a visitarle, de seguro, espero: Encontrará mil lectores dispuestos a sacarlo de paseo… ¿o será mucho pedir? Ha lugar. Me pongo inquieta al repasar la historia que mal aprendí por el colegio, el contexto de otros seres ...
El momento es Hoy, la vida es Ahora