2017 Fue un año de cambio organizacional: otras necesidades, nuevas estrategias. La compañía para la que trabaje por más de quince años desarrollo un plan para lograr el estado ideal que le permitiría ser más competitiva. El plan implicó terminar la relación laboral con un grupo selecto de colaboradores con características particulares, según entiendo dentro de sus motivaciones estaba una brecha generacional que dificultaba la gestión de los proyectos. Esto llevo a que los afectados fuéramos los más viejos. Ja, ja, ja ahora que lo pienso suena raro, porque no salimos de la compañía por viejos en edad sino por tiempo de permanencia, nos fuimos los más antiguos.
Al empezar el proceso en enero yo lo recibí con tranquilidad, hacia parte del grupo de talento humano, dentro de mi rol estaba gestionar el cambio en forma positiva cosa que se me facilita. El primer grupo salió en el primer trimestre, el segundo hacia el mes de abril … paso el tercero y en el cuarto trimestre en la lista de los que se iban estuvo mi nombre. Contrario a lo que hicieron algunos compañeros yo acepte la decisión, no abrí una conversación con mi jefe para mantener el empleo, entre otras cosas porque creía que ya era tiempo. Lejos estaba de imaginarme lo complejo que sería emplearme de nuevo, si lo hubiese sabido seguro, seguro habría insistido por diferentes medios para mantener el empleo.
No reniego de mi proceso sabiéndome hoy sin empleo, en retrospectiva mi actuar hubiese sido el mismo. Siempre he creído que las relaciones forzadas no son de provecho, para el éxito de cualquier relación - en este caso laboral - debe existir plena y mutua voluntad. Eso no le quita peso a mis emociones aquella mañana 5 de octubre. Retomemos. Entregué el cargo un miércoles 4 de octubre, todo fluyo en medio de la cordialidad y el afecto, con mi jefe puedo decir aun mantengo relación, es una relación desde el afecto.
A la mañana del 5 de octubre sola en casa, sin una agenda para gestionar durante la jornada, sentí MIEDO, que digo pánico, crédito hipotecario, obligaciones financieras, los estudios de mi hija, mi estabilidad, mi sustento. Uff. fuerte, fue difícil. Como pude gestione lo poco que resulto del adiós para solventar algunos gastos inmediatos.
En 2018 empecé mi búsqueda de empleo, segura estaba de que con tantos años de experiencia, mis habilidades y mis conocimientos sería sencillo, a mi serenidad la alimentaba el ego. Tuve muchas entrevistas, momentos tensos, esta necesidad de convencer siempre se me ha hecho cuesta arriba. No me malentiendan, creo en el poder de convencer, en la posibilidad de influir, amo mi profesión, sabrán que soy psicóloga y lo mío es la gestión de talento; pero es inevitable un proceso de selección es una experiencia sin paridad en la balanza, se trata de un candidato necesitado de empleo y una empresa que seguro, seguro filtra sus procesos.
Con pesar encontré mis flaquezas. Me postulé a nuevas ofertas, pendiente siempre de una respuesta, ningún correo en mi bandeja de entrada, el teléfono nunca sonó. Probé con la consultoría freelance. Me resulto un contrato pequeño, lo descarte seguí con mi empeño de encontrar un trabajo nuevo.
En 2019 tuve un comienzo de año maravilloso, después de un proceso largo, logre firmar un contrato, el empleo soñado, un sector de la economía prometedor, la localización me favorecía, el horario... todo menos la cultura, el clima... el periodo de prueba terminó y con el terminó mi entusiasmo. Meses pasaron, hice algunos ajustes volví a ser freelance, apenas un contrato pequeño; pagué por una asesoría de empleabilidad ajuste el perfil en LinkedIn, hice simulacros de entrevista, pruebas, recibí retroalimentación: _relájate, sonríe, ¡que no se te note el MIEDO!. Ya lista retome la búsqueda. 2020 encontré otro empleo... un sueldo poco menos que injusto pero la prioridad era trabaja ya no importaba tanto el dinero, las primeras semanas mucho entusiasmo, todo la energía, planteé propuestas, gestioné procesos, diseñé planes a largo plazo. Llego la pandemia a Colombia, termino el periodo de prueba y así terminó ese cuento.
“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo”. He resuelto hacer algo distinto, quizá mi búsqueda a repetido en el fracaso porque me he empeñado en lo tradicional: buscar empleo. Mis intentos frustrados como consultora, han sido. Yo les he restado valor porque han sido pequeños.
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