La
pandemia entre otras muchas cosas nos ha servido para hacer visible todos estos
quiebres sociales que sabemos que están ahí y a los que hemos puesto en lo último
de la fila. Unicef menciono
en un reporte que la pandemia ha llevado a muchos padres a tratar de equilibrar
la atención de sus hijos y el empleo remunerado. Usaré mis palabras
para activar otra causa urgente:
Desde mi experiencia...
En casa tenemos tres niños: dos
adolescentes cursan el bachillerato y el niño este año empezó la escuela.
Creo que la educación es una respuesta a las necesidades,
poderosa. Sin embargo, implica acciones para materializar resultados.
Aquí juegan múltiples factores, para el caso señalaré dos: el cierre de
jardines, escuelas y universidades limito en gran medida el apoyo que brindan
las instituciones; de otra parte están las posibilidades de familia frente al
acompañamiento en el desarrollo de los hijos: muchos padres sin duda se
vieron sobrepasados por dar respuesta a necesidades que no dan espera - la
comida, la salud, el abrigo - otros no se sienten preparados para dar este
acompañamiento, otros no tienen siquiera el interés.
En Colombia estamos cerrando el año escolar de calendario A,
entonces surge la pregunta: ¿aún con las limitaciones que sorteamos por la
pandemia nuestros niños y jóvenes aprendieron, lograron potenciar sus
talentos?, a ¿Qué le daremos más peso?, ¿Cuál será nuestro objetivo como
familia, como colegio, como sociedad: ¿Qué el estudiante apruebe o que el
estudiante aprenda?
En mi caso creo que la opción más respetuosa para con nuestros niños
y jóvenes, es que el estudiante aprenda. La brecha entre educación oficial o
privada se ha ensanchado, el impacto de la pandemia en el desarrollo de
nuestros jóvenes y niños será de largo alcance; la invitación es a bajar la
velocidad:
Cuando la falta de comprensión y la falta de apropiación del
conocimiento se hace evidente no es sensato dirigir nuestra energía como
adultos para que "El estudiante apruebe". Del afán no queda más que
el cansancio. Las calificaciones tan solo son letritas y números, lo que cuenta
es esa caja de herramientas que se ancla en nosotros para afrontar la vida
procurándonos bienestar y proyectando repercusiones positivas en otros.
Este año en casa tuvimos grandes aprendizajes: aprendimos a ser,
aprendimos a estar, aprendimos a compartir respetando la diferencia, tuvimos la
oportunidad maravillosa de innovar: aprendimos a leer, cuestionar y proponer.
A propósito de potenciar el talento: la educación debe
transformarse, pero eso ya lo trataré en otro
momento.
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